lunes, 27 de diciembre de 2010

Amores de morondanga IV

Harta de cocinar perdices, la señora de Azul colgó el delantal en la cocina y antes de partir dejó sobre la cama una nota que decía:
Colorín Colorado.

martes, 21 de diciembre de 2010

Ya viene Navidad y no es cuento

Y se vienen las fiestas nomás.
Ante la expectativa de la reunión familiar ya estoy al borde de las lágrimas.
Porque uno cree que organizar una cenita con los de siempre es sencillo, claro.
Pero no, señor. No es moco de pavo.
La pregunta del millón en estas fechas es qué comemos.
Cuando consultamos a los hombres de la familia, ellos no dudarán en decir que cualquier pavadita está bien. Entonces procedemos a informar que comeremos sandwiches de miga y empanadas. Rico, fresquito y no se ensucian platos. El menú perfecto, bah.
El primero en quejarse es el nene*.
- Dejate de joder. Preparen algo como la gente, che - y luego añadirá como si fuera una sentencia digna de aparecer en algún libro de filosofía contemporánea - Navidad no es Navidad sin lengua a la vinagreta, vitel tone y mayonesa de ave.
En ese momento el silencio será abrumador porque recordaremos, aunque nadie se atreverá a mencionarlo, que la encargada de la mayonesa es la tía Lili que este año discutió con nuestra madre y estará ausente. Porque convengamos que una cosa es estar peleado con la familia en Junio u Octubre y otra muy distinta es pelearse en Diciembre. Es casi una tragedia.
Huyendo de temas espinosos, arreglamos rápidamente que habrá vitel tone, lengua a la vinagreta, sandwiches de miga y asunto terminado.
El otro tema a tratar es el de los regalos. Acá los roles se invierten. Los que preguntan son ellos y nosotras respondemos que cualquier cosita está bien. Total, después tendremos todo un año para criticarlos por tacaños.
Mis hijos, que son tan modestos a la hora de pedirle a los abuelos, pedirán en casa regalos que me mantengan endeudada hasta la Navidad que viene. Como yo soy una mujer con el no fácil, no me complico. Hablo de la crisis económica que azotó al Polo Norte y sanseacabó. Confieso que igual termino cediendo la mayoría de las veces y dando sermones interminables acerca del valor de las cosas y haciendo una lista de todos los juguetes que han roto**. Igual el mayor podrá cara de limón porque la bicicleta era verde musgo y no verde moco y el menor se entusiasmará tremendamente con la pelotita de ping pong que le trajo la tía, abandonando el regalo de Mamá Noel en un rincón.
Como todos los años, el abuelo repartirá pistolitas de agua con la que los niños procederán a bendecir la mesa navideña y las madres procederemos a confiscar.

Cualquiera diría al leer estas palabras que los preparativos festivos son terribles.
Y sin embargo disfruto de cada momento, de cada elección del papel para envolver los regalos, de saber que mi hermano estará en casa para Navidad, de ver a mi padre todavía a la cabeza de la mesa, de pensar en la ropa que voy a usar como si se tratara de una fiesta de gala.
Porque es una fiesta de gala.
Porque es una fiesta con los que amo.





*Cabe mencionar que el nene tiene 30 años y es mi hermano.


**O sea, de todos los juguetes que han tenido.







sábado, 18 de diciembre de 2010

Apuesta al destino

No llorés, por favor. Te juro que no juego más. Te prometo que voy a recuperar el auto y la escritura de la casa. Voy a agarrar ese laburo que me ofreció tu viejo para saldar todas las deudas, quedate tranquila. Pero no te vayas. Si vos te vas, yo no voy a tener fuerzas para luchar, mi vida. Ya la peleamos juntos otras veces. Vamos a salir ahora también.
Te lo puedo apostar.

martes, 14 de diciembre de 2010

Historias de papá II

La gorda Carmen era, ante todo, una entusiasta.
Fanática del equipo de fútbol del pueblo, Club Atlético Quenumá, no faltaba a ningún partido y estaba siempre dispuesta a repartir agua en el entretiempo y sánguches de milanesa al final, si ganaban.
Aquel día, y andá a saber por qué fatalidad, Carmen llegó a la cancha con el partido empezado. Desesperada se acercó al alambrado.
- ¿Cómo van? ¿Cómo van? - le preguntó ansiosa a uno de los sentados en el banco de suplentes.
- Cero a cero - le contestó el tipo, sin sacar la vista del partido.
- ¿Ya? - se lamentó casi al borde de las lágrimas - ¡Lo que me perdí!

sábado, 11 de diciembre de 2010

Cuentas claras

No sé por qué me mirás con esa cara. Yo te había dicho que no te enamoraras de mí ¿o no? Y te aclaré mil veces que no me voy a ir de mi casa.
¿Que te dije que te amaba? Ya estás grande para no saber que entre las sábanas un "te amo" significa otra cosa.
Vamos, no llores. Tomate el café y calmate. Estás haciendo un papelón.
Y no te preocupes por el mareo, que solo te di una dosis baja. En un par de horas se te va. Es una muestra de lo que te puede pasar si volvés a aparecer en la puerta del Colegio de mi hija, nada más.

Dejá, la cuenta la pago yo.

martes, 7 de diciembre de 2010

Coleccionista

Nunca pude entender su manía de guardar todo: tuercas sin tornillos que encontraba en la calle, revistas húmedas, almanaques de décadas anteriores, llaves que nunca supimos que puertas abrían. Todo iba a parar al cuartito del fondo, organizado en los frascos de mermelada vacíos que me prohibía tirar y en los estantes que mandó a hacer con los postigones de madera viejos que encontró en aquella obra en construcción.
Lo que para algunos es basura, para otros es un mueble. Todo sirve, negra - me decía cada vez que yo intentaba protestar por algún cachivache que metía en casa.
Y llegó el momento en que el cuartito le quedó chico y empecé a encontrar frascos con clavos oxidados entre el café y la yerba, en la alacena.
Lo que hay que reconocer es que mantenía un orden: las zapatillas rotas y sin su par iban en el dormitorio, los envases de telgopor los dejaba reducidos a bolillitas blancas que iban a parar a la bañera, los pedazos de vidrio en el bajomesada con excepción de los de colores, que ponía en la repisa del comedor.
Cuando dejó de ir a trabajar para poder salir a recorrer volquetes empecé a preocuparme, pero pensé que se le iba a pasar en unos días.
Que sé yo, a lo mejor tendría que haber hecho algo antes. Tiene razón, agente. Pero, por favor, ayúdeme a encontrarlo. La última vez que lo ví llevaba una camisa rota en los codos, dos talles más chica y un jean emparchado entre las piernas con tela de corderoy verde. Estaba entre los clavos y las piedritas de colores.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Transacción

El chirrido de la puerta de entrada me avisó que ya estabas en casa. El reloj digital señalaba las 4:27 am. Pude adivinar que te sacabas los zapatos y la ropa en la habitación de al lado, aunque no hiciste ruido.
Te metiste en nuestra cama con sigilo, mientras yo simulaba dormir. Enseguida pude sentir el olor inconfundible que traes cuando estás con ella; una mezcla asquerosa de su perfume barato con el tuyo, sudor y cigarrillo.
A la mañana te pregunté por la reunión y me dijiste que había sido larga y agotadora. Sonreí comprensivamente.
Tomaste apurado el café antes de salir para la oficina y me preguntaste si necesitaba algo. Sin perder la sonrisa te dije que me dejaras plata, que iba ir al shopping con Laurita y ya había agotado el límite de la extensión de la tarjeta. Inmutable, llevaste tu mano al bolsillo del pantalón y sacaste la billetera.

martes, 30 de noviembre de 2010

Historias de papá I


De mi madre heredé el hábito de la lectura; de mi padre, el de contar cuentos. Todos los relatos que estén bajo este título son reales, o al menos eso me hizo creer papá.


Romper el hielo

Después de trabajar durante algún tiempo en aquella estancia, los patrones lo invitaron a la casa grande. Se presentó temprano y con la ropa de domingo, pero no pudo evitar sentirse sapo de otro pozo. Contestó las preguntas amables de la señora con monosílabos tímidos.

Entonces vio la cuna, llena de moños y muñecos rosados, y se acercó. Dormía en ella una criaturita realmente fea. Don Pozatti sonrió, le hizo un par de morisquetas para agraciarse con la patrona y quiso decir algo agradable, adecuado, que cortara ese silencio incómodo que reinaba en el comedor. Entonces preguntó:

- ¿Es varoncito la nena?

sábado, 27 de noviembre de 2010

Abracadabra

Solo la 86 se animaba a romper la monotonía de la pampa, serpenteando entre los alambrados. Ni las lagartijas querían cruzarla a esa hora durante el verano.
El auto avanzaba a una velocidad constante, mientras sonaba la música monocorde que ofrecía la única estación de FM que se podía captar. En la pantalla del celular un texto apenas visible informaba que no había había señal. Se lamentó; hablar con alguien hubiera ayudado a romper esa modorra que estaba sintiendo. Aceleró para salir de ese desierto más rápido y pensó, sonriendo, que estaba metido dentro de un mal truco de magia: Nada por aquí, nada por allá.
Entonces aquel caballo apareció repentinamente en el camino y maravillado por su poder de hechicero, no hizo nada por esquivarlo.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Entre la espada y la pared



Llegó tarde a la oficina por segunda vez en la semana. Tenía la mejilla notablemente inflamada.
- No sabés. Cada día estoy más torpe. Estaba por salir para acá, entré corriéndo a la pieza para buscar el bolso y me golpeé con la puerta - se excusó.
- La semana pasada te caíste de las escaleras. Vas a tener que hacer algo - le dijo su compañera.
- Sí, tengo que prestar más atención.
- No, tenés que denunciarlo.
- ¿A quién?
- A tu marido. Mirá, lo denunciás vos o lo denuncio yo.
- No sé de qué hablás.
- Te repito: la próxima ves llamo yo a la policía.
Bajó la mirada y se quedó unos segundos en silencio.
- No es mal tipo, sabés. Antes no era así. Es que está mal porque se quedó sin trabajo, viste. Por favor, no lo denuncies. Yo lo puedo manejar.
- No es cuestión de manejarlo, Vivi. No se lo podés permitir. Y no me digas que es un buen tipo. Mirá como tenés la cara. ¿Por qué no lo dejás?
- ¿Y adónde querés que vaya con los nenes? ¿Voy a tener que dejar todo?
- Que se vaya él.
- Yo no sé si sos ingenua o pelotuda. ¿Vos me estás viendo? ¿Sabés lo que es capaz de hacer si lo dejo en la calle? Me mata.
- Yo lo único que sé es que no podés seguir viviendo así. Y te juro que la próxima vez lo denuncio.

A la mañana siguiente mandó temprano el telegrama de renuncia.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Diente por diente

Me presenté a la hora exacta de la cita. Elegí un par de revistas al azar y busqué el horóscopo. La licenciada Martita pronosticaba amor y salud para los nacidos bajo el signo de tauro. Hubiera sido un buen presagio si no se tratara de las predicciones para marzo de 2005.
Media hora más tarde abrió la puerta y una mujer salió luciendo el notorio hueco, producto de un par de extracciones.
Me llamó por mi nombre y pasé.
- Hola. Hace rato que no venís. ¿Cómo andás?
- Bien. Tengo un puntito en la muela y vine antes que sea grave.
Me sentó en la silla, rodeada de pinzas, tornos, jeringas, y apuntó hacia mi cara una fuerte luz que me cegó.
- ¿Te enteraste que me separé? - dijo mientras me llenaba la boca de algodón.
Durante 10 minutos la escuché contar su historia sin poder emitir palabra, pero por no parecer descortés hice esfuerzos por mostrar con todos los músculos de mi cara que no estaban inmovilizados por la anestesia local lo mucho que me conmovía saber que su marido se había escapado con una de sus pacientes.
Cuando empezó con el torno cerré fuerte los ojos en un inútil esfuerzo por no pensar. Desde chica me causó pánico ese sonido.
- La muy turra venía todos los meses. Cuando no era una limpieza, era un arreglo, pero no fallaba. Nos hicimos amigas. La invité a mi casa. Mirá como me paga. Y el cretino me decía que no le gustaba, que tenía pinta de loca.
El torno seguía sonando amenazante.
- Escupí ahora, dale - casi me gritó.
Vi sus ojos, único rasgo distinguible debido al barbijo, y empecé a despedirme de mis molares.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Amores de morondanga III

- ¡Uy! - se lamentó él palpando sus bolsillos - me olvidé las llaves en la cocina. ¿No las vas a buscar, amor?
- Bueno, Lot.

martes, 16 de noviembre de 2010

Victoria pírrica

Escuchó el zumbido cerca de su cara y tiró dos manotazos al aire para alejarlo. Por escasos segundos lo logró.
Giró en la cama, dispuesta a volver al sueño, pero sintió que rozaba su espalda. Se cubrió con la sábana hasta que el calor pudo más y dejó escapar la pierna.
Entonces regresó. Su presencia se evidenciaba por el ruido molesto que alteraba el silencio nocturno.
Trató de encontrarlo a través del hilo de luz que se filtraba por la ventana pero fue en vano. Encendió la lámpara y se quedó en silencio, inmóvil, expectante.
Nada.
Había desaparecido.
Volvió a acostarse y a dormir hasta que sintió una punzada en la mejilla. En un acto reflejo su mano se dirigió con fuerza hasta el mosquito y logró aplastarlo.

La noche volvió a sumergirse en un mutismo solo alterado por el rasgueo de las uñas sobre su piel.

domingo, 14 de noviembre de 2010

In vino veritas

Habrá sido el destino o ese vaso de vino.
Tan solo - Los piojos

El seminario fue mucho más tedioso de lo previsto y no aportaba nada nuevo - coincidieron los concurrentes mientras cenaban en el restaurante de la esquina.
- Y el doctor Mendoza ¡qué tipo tan estructurado, por favor! Hasta la voz era monótona. Tuve que hacer un esfuerzo terrible por no bostezar - se rió Mariela.
- ¿En serio? Lamento haberla aburrido, doctora - dijo una voz que llegó desde atrás y reconoció al instante.

Durante la cena ella sentía la mirada constante de él y no podía sostenerla, muerta de vergüenza. Dejó que su compañero elija el vino y se aferró a la copa, con el deseo de ocultar su cara con ella. Después llegó el brindis, donde varios mintieron sobre lo provechoso que había resultado el encuentro.
Cuando salieron de aquel lugar y el viento le pegó en la cara, se sintió mareada. Intentó en vano encontrar la llave del auto en su bolso.
- Si no le molesta, creo que sería conveniente que la acerque hasta su hotel. No está en condiciones de manejar.
- Doctor ¿no pierde la costumbre de asaltar a las mujeres por la espalda? - dijo ella ofuscada - Me siento perfectamente bien. Vaya.
- No sea infantil, por favor. La tomó del brazo y caminaron unos metros hasta el auto de él. Cuando llegaron al hotel él bajó y ella no se opuso.
En el ascensor la besó, la mordió, la acarició, la desvistió.
Trastabillaron hasta la habitación, enredados en la ropa y los abrazos.
Se palparon, se exploraron, se sintieron, se confundieron, se desvanecieron, resucitaron, volvieron a empezar.

Y cuando él cayó dormido, ella se fue, antes que la resaca y el sol convirtieran a su amante apasionado en el estructurado Doctor Mendoza.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Detrás de un gran hombre

La señora Newton mira al médico suturar la herida que la manzana causó en la frente de su marido y dictamina:
- Doctor, ésto es de gravedad.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Amores de morondanga II

- No es que no te quiera más, flaca, pero las cosas así no pueden seguir. Todas las noches tenés un cuento distinto. Hoy esto, mañana lo otro. ¡Ya van más de dos años así!
- Bien que antes no te molestaba - dijo Sherezade, mientras se secaba las lágrimas.

martes, 2 de noviembre de 2010

Escritora retobada

- ¿Sabés que pasa, gordo? Yo escribo porque me gusta, viste.
A mi no me vengas con concursos, editores o jurados.
A mi me gusta contar cuentos, nada más. Como los que le inventaba a mi hermano cuando eramos chicos para asustarlo o hacerlo reir.
Y a veces también escribo para sacarme la rabia o la tristeza. Escribo porque me desborda lo que siento y por algún lado tiene que salir, qué querés, y no me llevo bien con la psicoterapia.
Así que si el punto o la coma o las comillas no te gustan ... no sé ... lo siento. Creeme que lo siento. Pero no pienso cambiarle ni una letra aunque la historia esté trillada, aunque no sea original el giro.
Y sanseacabó.

- Má si, loca. Hacé lo que quieras. Yo lo único que te pido es que la próxima vez que se te de por el "nanorelato" te busques otro papel y no vuelvas a usar el talonario de cheques.

domingo, 31 de octubre de 2010

El maestro

Después de permanecer unos segundos en silencio, Enrique movió su alfil y lo miró expectante.
Supo en ese momento que su alumno lo había superado.

Entonces se paró y levantando con fuerza la punta del pie hizo volar las piezas por el aire.

- También hay que aprender a patear el tablero - dijo mientras se iba, frente a la mirada atónita de la clase.

jueves, 28 de octubre de 2010

Cacería

Después de un arduo recorrido pudo ver a aquella maravillosa pieza.
Única en su especie, impecable - pensó.
Preparó el arma con paciencia, mientras no la perdía de vista.
La gacela, segura de su sino, se sentó mansamente frente a la línea de tiro y lo miró.

Decepcionado y sin disparar, siguió el recorrido en busca de una presa que se precie de tal.

domingo, 24 de octubre de 2010

El árbol de las ramas que se bifurcan

Libro de la genealogía de Mauricio, hijo de Teresa, hijo de Eduardo


1
Luisa y Alberto engendraron a Teresa. Inés y Raúl engendraron a Eduardo.

2 Luisa engendró también a Liliana e Ignacio, no así Alberto que también engendró a Claudia y Patricia, hijas de Ester.

3 Con posterioridad al nacimiento de Eduardo, Inés engendró a Osvaldo, hijo de Oscar, que ya había engendrado a Mariano, hijo de Beatriz.

4 Eduardo y Gabriela engendraron a Diego y Ezequiel.

5 Gabriela engendró luego a Nahuel, en tiempos en que Eduardo se encontraba de viaje de negocios, lo que engendró un revuelo en su hogar.

6 En es mismo tiempo Teresa conoce a Javier y engendran a las gemelas Morena y Paloma.

7 Después de su divorcio, Teresa conoce a Eduardo y engendran a Mauricio

8 De manera que todas las generaciones desde Alberto y Raúl, Luisa e Inés hasta Mauricio deben andar con pie de plomo para no cometer el pecado de incesto.

martes, 19 de octubre de 2010

Amores de morondanga I

Arrepentimiento

Camino a Troya, Paris se horrorizó al descubrir que Helena roncaba y tenía mal aliento.

lunes, 18 de octubre de 2010

Lingüística

Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüística y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, semiólogos, críticos estructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuales siguieron su garboso desplazamiento con una admiración rayana en la glosemática.
De pronto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica:
¡Qué sintagma!
¡Qué polisemia!
¡Qué significante!
¡Qué diacronía!
¡Qué exemplar ceterorum!
¡Qué Zungenspitze!
¡Qué morfema!
La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas.
Sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: ''Cosita linda".

Mario Bennedetti


A veces nos enredamos tanto en las formas que nos olvidamos que la función del lenguaje es transmitirle una idea al otro, no?

sábado, 16 de octubre de 2010

El tuerto y los ciegos

Cuando ella lo abandonó, él conoció el dolor.
En el intento de mitigar su sufrimiento, comenzó a beber.
En el Bar El profeta ya lo conocían y no faltaba quien le ponía absurdos motes, causando la risa del resto de los concurrentes.
Aquella tarde cuando se resbaló de la silla golpeándose fuertemente la cabeza, un grupo de estudiantes comenzó con las burlas habituales.
Lejos de enojarse, se levantó sin que nadie atinara a ayudarlo, y alzando los ojos hacia los parroquianos dijo:

- Bienaventurados los que han visto el amor, porque de ellos es el Reino de los Ciegos.

jueves, 14 de octubre de 2010

Olvido

- Yo no entiendo, María, como te olvidaste así de mi, de mis caricias, de mis besos. ¿No signifiqué nada para vos? ¿Cómo pudiste, María, cómo pudiste?
- Señor, mi nombre es Marta.

miércoles, 6 de octubre de 2010

El peor sordo.

- Por favor, no le des más vueltas. Es sencillo, ¿me querés?
- No.
- ¿Ves como sos? Nunca tomás en serio nuestras discusiones. De verdad, ¿me querés?
- No.
- Bueno, si tenés ganas de tomarme el pelo yo no puedo seguir. Mañana nos vemos.

Y se fue, ofendida, pegando un portazo.

Inventario Infantil


Mi casa era un abrazo con aromas,
afuera el mar oleaba en adoquines, por suerte habia chapas que, en la siesta, hacían que llover no fuera triste...
Al olor del hogar – Bersuit Vergarabat





Cierro los ojos, vuelo hasta la casa de la calle Balcarce y vuelvo a tener trencitas para hacer este inventario infantil que consta, a saber, de:
- Los buñuelos de manzana.
- El silbido de mi abuelo entonando Caminito, mientras hacía solitarios en la mesa larguísima de la cocina.
- El patio de la casa, escenario obligado de los juegos con mi hermana.
- Los almuerzos de los domingos repletos de primos, tíos, novios, amigos y quien quisiera arrimarse a la casa de Ángel.
- Mi tía puteando eternamente a los milicos.
- Mi tío contándome que “siete chanchitos desobedientes, sin el permiso de su mamá … “
- El pánico que me inspiraba mi otro tío, el serio.
- Los días que mi papá me dejaba acompañarlo al trabajo y yo podía girar en su sillón.
- El olor a manzanilla que invadía todo mi pueblo en verano.
- La ropa heredada de mi hermana, que la había heredado de mis primas.
- El sonido de la máquina de coser de la abuela.
- La Noche Buena y la fuerza en los párpados para no dormirme, a ver si pescaba a Papá Noel.
- El sonido de la voz de mi mamá cuando me sentaba sobre sus piernas y yo apoyaba la cabeza en su pecho. Me hablaba suavecito y me acariciaba el pelo.
- Los postrecitos Sandy de chocolate.
- Las siestas sin hacer ruido, porque los grandes dormían.
- El matinée del cine Zurro, con dos películas. El maní con chocolate y los caramelos sugus confitados.
- El álbum de figuritas inconcluso por culpa de la tarántula, que no salía nunca. Las figuritas con purpurina que nos dejaban la cara llena de brillitos.
- Los veranos de insoportable calor y los inviernos tremendamente fríos.
- Mi mamá recibiéndome después del baño con un toallón calentito.
- Mi hermana y su delirio de estilista cortándole el pelo a mi muñeca preferida.
- Los días de carnaval donde todos, grandes y chicos, jugábamos a mojarnos.




Mi madre crió canas pespunteando pijamas,
mi padre se hizo viejo sin mirarse al espejo, y mi hermano se fuede casa, por primera vez. Y ¿dónde, dónde fue mi niñez?

Mi niñez - Serrat

lunes, 4 de octubre de 2010

Mientras dormías

Sencillamente, no te soporto más.
No soporto tu voz, tu respiración, tu risa estridente. No soporto, en realidad, que te rías de mi.
Me cansé de poner cara de indiferente frente a tus ironías y que nunca te canses de decirme que sin vos no sabría que hacer.
Me voy ahora que dormís para no tener que escucharte.
Quedate tranquilo que no voy a llevarme nada que no sea mío. Ya sé que todo acá te pertence porque vos sos el que traes la plata a casa. Me lo decís a diario.
Pero yo no soy tu propiedad.

Salgo a la calle. Es de noche y corre un viento ligero que me llena los pulmones de aire limpio (o a lo mejor no, a lo mejor es que mi pecho siente que se sacó de encima una piedra pesada y respira libre por primera vez en años).
Me asusta un poco el barrio a esta hora. No pasa nadie, excepto ese colectivo que ni sé donde va. No importa. Igual me subo. Bajo cerca del centro y camino sin rumbo. Me sorprendo con la mirada de algunos hombres; me sorprendo y temo. Entro en un hotelito pero no hay habitaciones libres. De nuevo en la calle sigo caminando. Me siento en un bar y pido un café y un tostado. Cuando amanezca voy a ir a la casa de la señora Susana a ver si me da trabajo de nuevo cama adentro, aunque sea hasta juntar la plata para el pasaje al norte. Si ella no necesita, me puede recomendar a alguna amiga, aunque quedó medio enojada conmigo por aquel día que fuiste a gritarme a su casa.
Salgo del bar. Dentro de un par de horas los negocios van a estar abriendo. Tomo un subte al azar mientras hago tiempo. Termina el recorrido y me trepo a un colectivo, y después a otro. Son las seis de la mañana.
Cuando bajo me doy cuenta que solo estoy a un par de cuadras de casa.

Si me apuro llego a tiempo para despertarte y prepararte unos mates antes de que te vayas a trabajar.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Lluvia

Se podía palpar la humedad.
Se percibía en el ambiente, mezclada con tu perfume.
Cálida, espesa, casi pesada.
Y vos la disfrutabas.
Sabías sumergirte y naufragar en ella.
Resistías con arte el oleaje que a veces la invadía.
Y te quedabas ahi
hasta el final
en que se convertía en lluvia.

Elogio a la cobardía


Los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, se quedan ahí. Ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar.
Silvio Rodriguez - Oleo de una mujer con sombrero.



No vayas a ese bar.
No pases por esa esquina.
Detené todos los relojes.
Retrasá el momento de la cita.
Callate los halagos.
Y quedate pensando que quizás ...

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Noche de ronda

Me maquillo, me rizo el pelo, me pongo aquel vestido que hace siglos tengo guardado para las ocasiones especiales que nunca llegan, me subo a los tacos agujas. Me dirijo a aquel bar, me siento en la barra, me invento un nombre, una dirección, una edad, una historia. Te escucho con atención, finjo creer tu historia, pongo cara de asombro y te cuento mi cuento, seria y convincente. Bailamos, bebemos, tocamos, besamos, amamos por un rato, intercambiamos nuestros falsos teléfonos y la promesa falsa de volvernos a ver.

Y huimos, antes que la carroza se vuelva calabaza.

martes, 11 de mayo de 2010

Eva

Ella mordió la manzana sin quitarle la piel.
Fueron primero pequeños mordiscones,
después dentelladas salvajes.
La serpiente esperaba agazapada
que llegara el momento.
Pero pasaba Adán,
ese hombrecito insignificante,
desnudo,
incompleto
- se rumoreaba en Edén que le faltaba una costilla -
y Eva descargó en él toda su lascivia.