miércoles, 26 de octubre de 2011

Romper el hielo (Replay)

De mi madre heredé el hábito de la lectura; de mi padre, el de contar cuentos. Lo que relato a continuación es real, o al menos eso me hizo creer papá.


Después de trabajar durante algún tiempo en aquella estancia, los patrones lo invitaron a la casa grande. Se presentó temprano y con la ropa de domingo, pero no pudo evitar sentirse sapo de otro pozo. Contestó las preguntas amables de la señora con monosílabos tímidos.

Entonces vio la cuna, llena de moños y muñecos rosados, y se acercó. Dormía en ella una criaturita realmente fea. Don Pozatti sonrió, le hizo un par de morisquetas para agraciarse con la patrona y quiso decir algo agradable, adecuado, que cortara ese silencio incómodo que reinaba en el comedor. Entonces preguntó:

- ¿Es varoncito la nena?

martes, 11 de octubre de 2011

Pequeñas vacaciones


I'll be back.
Hasta la vista, baby.

sábado, 8 de octubre de 2011

Frágiles muñecas del olvido y del placer



Es como el cristal la risa loca de July, es como el cantar de un manantial.

No entiendo lo que me dice ninguno de los señores que vienen a vernos, pero me río. Ellos se ríen, yo me río. Llegué de Polonia hace tres meses; un primo de mi padre me mandó a buscar para trabajar de cocinera en una casa de campo.

Cocinera. No entiendo. Se ríen, me río …. para no llorar a gritos.

Turba mi soñar el dulce hechizo de Peggy, su mirar azul hondo como el mar.

¿Diez? ¿Doce? ¿Cuántos van? ¿Cuántos faltan? No tengo que pensar, no puedo pensar, tengo que seguir. Perder la mirada en cualquier punto de su cara y seguir sin pensar.

Rubio cocktail que emborracha, así es Mary. Tu melena que es de plata quiero para mí.

Cuando llegué, me fui al campo con mis primos. Trabajábamos de sol a sol en el campo por tres años. - ¿De qué se quejan, rusitos desteñidos? Si vinieron muertos de hambre – nos decían. Por eso me vine para Buenos Aires y me corté las trenzas. Por lo menos acá algunos me tratan bien.

Si el amor que me ofrecías sólo dura un breve día, tiene el fuego de una brasa tu pasión, Betty.

Te acostumbrás. A todo se acostumbra una. Si pude soporté dejar a mis hijos en Entre Ríos con mi tía, bien puedo soportar a estos hombres y hasta fingir que me gustan. Cuando pienso que gracias a ellos puedo mandar todos los meses un sobre para que coman y vayan a la escuela, se hace mucho más fácil.




miércoles, 5 de octubre de 2011

Todavía

Odi et amo. Quare id faciam, fortasse requiris. Nescio, sed fieri sentio et excrucior.
Cátulo - Carmina LXXXV





Se mordió la punta de los dedos mil veces para no marcar su número (¿sabía marcar otro número que no sea el suyo?). Se mordió la lengua para no llamarlo y decirle que nadie jamás la había hecho sufrir tanto, que rogaba todas las noches que esa mujer lo abandonara para verlo llorar como estaba llorando ella, que era un mentiroso, un mal bicho, una porquería, que le había hecho un favor al irse, que ella era demasiado mina para él, que siempre fue un pobre pelotudo.

Se mordió la punta de los dedos y la punta de la lengua, para no decirle que todavía lo amaba.

sábado, 1 de octubre de 2011

Libertad

Soledad era independencia, yo me la había deseado y la había conseguido al cabo de largos años. Era fría, es cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como el tranquilo espacio frío en que se mueven las estrellas.
Herman Hesse - El lobo estepario



Se despertó antes de que sonara la alarma del despertador. Aunque era domingo, decidió levantarse de la cama para disfrutar de su día de descanso. Puso música alta, para escucharla mientras se duchaba. Beatriz se hubiera quejado, pero Beatriz ya no estaba. Cantó a viva voz, sabiendo que nadie lo mandaría a callar.
Llevó el desayuno a la cama y no se preocupó por las miguitas que se esparcieron sobre las sábanas. Desarmó el diario por secciones y leyó la de policiales en el baño con la puerta abierta de par en par.
Fue al supermercado y llenó el changuito de vino, cerveza, maníes, palitos salados, fiambre, pan y mayonesa. A último momento se acordó del café.
Cuando volvió al departamento se preparó un sandwich y abrió una botella de vino. Demasiado temprano, hubiera dicho Beatriz. Pero, se repitió, ella no estaba. Cuando terminó el vino, empezó con la cerveza.
Se sentó en su sillón favorito (para ser sincero, el único que Beatriz le había dejado) y blandiendo el control remoto como un rey blande su espada, hizo un recorrido por todos los canales de deportes disponibles hasta quedarse dormido
Abrió los ojos cuando ya estaba oscureciendo. Pensó que podría ducharse y salir a caminar o irse a la cama. La decisión era totalmente suya, porque era un hombre libre.
Solo y libre.
Irremediablemente libre.